Todas estas disfunciones que estamos viendo pueden ser producto de un golpe, pero también por pequeños microtraumatismos que se producen día a día, en el caso de los perros el problema lo encontramos en el uso inadecuado de los collares. Por ello el uso de un arnés adecuado es una forma de minimizar posibles disfunciones en el segmento cervical que con el tiempo pueden dar lugar a patologías como el síndrome de Wobbler o espondilomielopatía cervical (CSM).
Las tensiones que se pueden originar a nivel del raquis cervical alto son muy importantes para la buena salud articular de las mandíbulas de nuestros perros. Esto es debido a que según Guzay la articulación atloidoaxoidea es el principal motor de la articulación temporomandibular, de hecho existen músculos que “unen” ambos segmentos. Por lo que una disfunción del atlas (hipomovilidad) originará una hipermovilidad mandibular que con el tiempo dará como consecuencia dolor e inflamación local. No tiene sentido el tratamiento sintomatológico sin resolver el problema mecánico del atlas.
En esta linea de pensamiento holístico o global tenemos el hueso hioides. Es el único hueso que no se articula con otro y su estado funcional depende íntegramente del equilibro tensional de los tejidos blandos. Es el mas claro ejemplo de un sistema de tensegridad, donde lo importante no son las estructuras rígidas (huesos) sino el estado de las estructuras blandas (sistema miofascioligamentario). Es un punto de encuentro de músculos que vienen de procedencias tan dispares como el cráneo, la lengua, faringe, la escápula, el húmero o incluso la oreja. Por lo que debemos evaluar esta estructura en busca de tensiones que nos puedan indicar zonas hipomoviles.