La unidad vertebral presenta una zona anterior en relación con la estática y una zona posterior en relación con la dinámica. A nivel anterior nos encontramos con el cuerpo vertebral sobre el que se sitúa el disco intervertebral el cual actúa como un distribuidor de las tensiones. A nivel posterior encontramos los procesos mamilares, los procesos transversos y los procesos dorsales. A nivel de los procesos mamilares se sitúan las carillas articulares (derecha e izquierda) que es la zona por donde las vértebras se articulan, su orientación varia dependiendo del nivel de la columna. A nivel torácico encontraremos adicionalmente una hemicarilla articular a nivel del cuerpo vertebral para formar, con la hemicarilla de la vértebra subyacente, la articulación costocorpórea y una carilla articular a nivel del proceso transverso para formar la articulación costotransversa, ambas presentes bilateralmente para establecer la relación correspondiente con la costilla. Como toda articulación presentan una cápsula articular y refuerzos ligamentarios. La zona anterior y posterior de la unidad vertebral esta comunicada por los pedículos los cuales delimitan un arco denominado agujero vertebral por donde discurre la médula espinal junto con sus envolturas fasciales. Si analizamos dos vértebras consecutivas veremos como se forma de forma bilateral otro agujero denominado agujero de conjunción que es por donde salen los nervios periféricos. Todo este puzzle óseo se completa con las estructuras ligamentarias y miofasciales que relacionan e informan al sistema corporal.
No podemos analizar la biomecánica vertebral de una vértebra aislada ya que esta se establece en el momento que dos vértebras se articulan entre sí a través de las carillas articulares, del mismo modo que no podemos hablar de disfunción vertebral haciendo referencia a una sola vértebra, sino que el problema biomecánico se establecerá entre una en relación a la otra. Los principales movimientos articulares vertebrales son la flexión, extensión, lateroflexión y rotación, a éstos se podrían añadir movimientos menores como son los deslizamientos o traslaciones. Llevemos nuestra atención a las carillas articulares y veremos como en todos estos movimientos se produce un deslizamiento armónico, el cual esta completado con la adaptación de la distribución de las tensiones desde la anfiartrosis que forma el disco intervertebral, la cual actúa como un tercer punto de apoyo para la correcta biomecánica. Por tanto los tres puntos de apoyo entorno se lleva a cabo el movimiento vertebral son las dos carillas articulares y el disco intervertebral. Todo ello orquestado por un sistema nervioso central que a través de las estructuras capsuloligamentarias y musculares recibe y ejecuta las órdenes por medio del sistema nervioso periférico.
De las 20 vértebras toracolumbares ( 13 torácicas y 7 lumbares) presentes en los perros, la zona llamada anticlinal se erige como una de las zonas más importantes en cuanto a movilidad y servirá como punto de referencia. Podriamos definirla como un centro de movilidad, en los caballos se sitúa entre T10-T11. Para localizarla a la palpación notaremos una zona hundida al desplazar nuestra mano a lo largo de la columna del animal. Los procesos dorsales vertebrales cambian de dirección a nivel de la anticlinal, los procesos dorsales craneales a la anticlinal miran hacia caudal, mientras que los caudales a la anticlinal lo hacen hacia craneal, a nivel de la zona de la anticlinal son verticales. En cuando a la orientación de las carillas articulares de los procesos mamilares, craneal a la anticlinal se sitúan en un plano coronal mientras caudal a la anticlinal lo hacen en un plano sagital. Todo esto es importante tenerlo en cuenta de cara a las técnicas manipulativas.
Las transición toracolumbar (T-13-L1) y lumbosacra (L7,S1) son también zonas a tener en cuenta por su alta movilidad. La anatomía en estas zonas nos evidencia una alta especialización, las vértebras tienen que modificar su morfología y las estructuras miofasciales en muchos casos se ven reforzadas por engrosamientos fasciales. Son zonas de transición de fuerzas por lo que la probabilidad de encontrar hipomovilidades es elevada.